24 noviembre, 2025

La bailarina y coreógrafa Núria Crespo tensa y metamorfosea la cultura pop en La Mutant

Por redacción puntocomunica
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  • ‘morphopop: Arranque’ es una danza de cuerpos donde se proponen múltiples perspectivas desde las que mirarlos

Valencia, 24/11/2025
Tras poner a prueba su última investigación metodológica y dancística en la Zona grisa de La Mutant, el espacio dedicado a que las creadoras puedan compartir con el público el germen de sus trabajos, Núria Crespo regresa al centro municipal de artes vivas con ‘morphopop: Arranque’.

Los días 28 y 29 de noviembre, la coreógrafa y bailarina despliega esta propuesta que arrancó en un laboratorio de investigación del Espai LaGranja del Institut Valencià de Cultura (IVC). La pieza gira en torno a la permanencia, el exceso y el despliegue. 

El resultado es una danza de cuerpos que propone múltiples perspectivas desde las que mirarlos. La representación rehuye la literalidad del pop, se sirve de él como motor y como medio en una interpretación en continua tensión para escapar del estereotipo. 

El término arranque del título es polisémico. Crespo lo utiliza tanto para el hecho de iniciar, “ya que esta es la primera pieza morphopop y la primera etapa del trabajo de investigación”, como para referirse a una pasión, ya que afirma que trabaja “con la idea del arrebatamiento como estado dancístico de máxima comprensión y expansión”. Por último, también alude al hecho de “arrancarse algo que se te ha pegado a la piel”. En este caso, la cultura popular, pero no en sentido negativo, “si no como algo que te obliga a ser más veloz para que no se te superponga”.

En su desarrollo, Núria Crespo ha explorado el principio, la fuerza y el afecto como movimientos que transforman el cuerpo y lo dejan vibrar entre la permanencia y la metamorfosis.

Sus intérpretes serán la misma Crespo junto a Emma Romeu, Marta Fernàndez, Maria Bori, Esther Solé Alarcón y Carlota Malo. El diseño sonoro corre a cargo de Manel Ferrándiz / Madnel DJ; el diseño visual y el videoarte han sido responsabilidad de Jorge Dabaliña y Raúl León; las luces, de Francesc Romeu; y el estilismo, de Isabel Bassas. 

La creadora ha contado con el acompañamiento artístico del bailarín, coreógrafo, pedagogo, investigador en danza y comisario artístico Juan Carlos Lérida y la pieza se ha desarrollado con el apoyo de Espai LaGranja, La Mutant, el IVC, El Graner, Motors de Creació, Botànic Espai de Dansa y la Universitat Politècnica de València.

La modificación y la cultura popular como ejes

Morphopop responde a dos ejes centrales de trabajo: morpho, que es la forma pero también el cambio o modificación, y pop, que responde a tres perspectivas: los principios cinéticos del vocablo pop, el marco del género musical a través de éxitos internacionales de la época de los 2000 y la cultura de masas.

El término morphopop refiere, por tanto, a “la alteración de la forma a través del pop o a la modificación del pop a través de la forma”. Es una investigación para estudiar las posibles relaciones entre el espacio, la forma y la música, con la voluntad de generar un estado físico potente, presente y complejo.

“El pop es más un contenedor que un contenido, ya que mantiene una fuerte relación con las tendencias y las modas del momento en donde lo nuevo siempre modifica los estándares anteriores -desarrolla Crespo-. Esta propiedad la encontramos en la contemporaneidad, que genera un marco que absorbe todo lo que está a su alrededor, generando una sensación de difuminado y de democratización de los estilos y categorías a la vez que las va transformando”. 

El pop le facilita a la bailarina un contexto de juego con el imaginario común, un territorio que el público puede reconocer por resultarle familiar y formar parte de un acervo común. “También propone una sencillez a partir del icono o de la superficialidad que, a la vez, nos permite profundizar”, ha explicado la coreógrafa.

Al conocer el estereotipo que hay detrás de la canción, pueden invocarlo cuando y donde quieran. No obstante, sus bailarinas no quieren ser estas icónicas estrellas del pop ni bailar, vestir y cantar como ellas. “Queremos estirarlas, alterarlas, “monstrificarlas”, trascenderlas. Queremos utilizarlas para surfearlas, aunque quizá también queremos invocarlas para que nos den el poder y la potencia”, concluye Crespo.

Un collage de copia, repeticiones, memoria y estereotipos

Inevitablemente, su danza está hecha de collage, de copia, de repeticiones, de iconos y de estereotipos, de memoria y técnicas propias del pop. Esto atraviesa el cuerpo de las intérpretes, que se dispone como medio para una danza de gestos que se revelan.

“En esta categoría fantasmal del cuerpo, bailamos con todo aquello que somos, lo propio y lo social, aquellas danzas que he pasado por mi cuerpo, pero también aquellas estereotipadas, lo que me apropio, lo que copio y lo que aparento, pero también lo que se revela, lo que parece y aparece”, explica su creadora.

La dramaturgia no es lineal, sino que emerge de situaciones corporales, tensiones y poéticas que combinan aquello monstruoso, grotesco y extraño con la brillantez y la plasticidad del pop. Las estructuras aparecen como relaciones físicas, evocaciones, cartografías espaciales y estallidos energéticos, activados por un espacio sonoro creado en directo. El escenario se configura como un sistema de composición e improvisación donde luz, sonido, objetos y cuerpos son detonantes dramáticos.

Esta pieza es una propuesta transcategòrica que apuesta por un cuerpo y un dispositivo escénico capaz de transitar entre lo académico y lo popular, cogiendo elementos de ambos ámbitos para expandir sus posibilidades expresivas y creativas. Se construye así un espacio donde el rigor técnico y metodológico propio de la formación académica se fusiona con la energía, la inmediatez y la capacidad de contagio del contexto popular, especialmente de aquellos referentes vinculados al género pop.