15 junio, 2025

En el hogar de Sorolla (Los templarios del Cabanyal)

Por redacción puntocomunica
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Valencia, 15/06/2025, Diego De Vicente Fuente
Los Poblados Marítimos tienen el encanto de lo auténtico, de lo que se alza y se resiste a la modernidad y a la demolición de las viejas tradiciones. Allí, a escasos metros del femenino Mediterráneo la vida tiene otro sentido. En esos Poblados Marítimos la red, el trasmallo, la barca e incluso el ancla y todos los aperos del pescador tienen un lugar de privilegio entre el mobiliario que se resiste, contra viento y marea, nunca mejor dicho, a ser olvidados. La Malvarrosa, Cabanyal-Canyamelar, Beteró, el Grao y Nazaret forman el quinteto poblacional y vital de un espacio geográfico que en su momento capitalizó la vida social y económica de una Valencia que se alzaba en pos de sus señas identitarias.

Y en uno de sus núcleos, de sus barrios, en el Cabanyal, el pasado sábado 7 de junio su equipo juvenil, el Marítimo ‘A’ volvió a Ítaca tras muchos años de penas y sinsabores que curtieron a su ‘marineros’ a sus nautas aún más de lo que ya de por sí estaban. El viaje no fue fácil, nadie les dijo que lo sería, pero ellos de dificultades ya sabían. Ellos, que descendieron y fueron enviados al inframundo deportivo por una cacicada que todavía duele y escuece. Aquel sospechoso descenso no los hundió, no; muy al contrario, los fortaleció y los reunió alrededor del fuego revitalizados; ese fuego que a muchos quemó, a ellos los purificó y les hizo renacer, volver a erguirse para primero caminar, luego correr para terminar volando.

Las mesnadas estaban prestas para ir al campo de batalla, sólo faltaba un Capitán con mando en plaza; un General recio y con unos valores personales y deportivos que fueran asimilados con prontitud por unos chavales aún en proceso formativo, no sólo deportivo sino humano.

Él ya estuvo por aquellos lugares hace casi 20 años. Era un imberbe y despierto joven enfermo, muy enfermo por el fútbol y todo lo que tuviera que ver con el balón. Un estudioso, un perfeccionista, un poseso de la táctica, de la disciplina, del trabajo bien hecho. Él ya estuvo allí donde muchísimos años atrás estuvo Joaquín Sorolla, el pintor de la luz y los colores. Ese Sorolla que encontró en esa playa de la Malvarrosa la esencia de su pintura, tan espiritual, tan vital, tan de todos.

Él ya estuvo allí hace casi 20 años. Llegó de la mano de Juan Tarín para dirigir al femenino del Marítimo. Después se embarcó en otros proyectos, algunos de ellos le hicieron tocar la gloria. Año 2006 se proclama Campeón con el equipo femenino del Serranos, al amparo y el cobijo de sus torres Juan Sala Herrero entendió por vez primera que el éxito no quedaba tan lejos, ni de la luna de Valencia ni del mar, ora bravo e iracundo ora yacente y entregado. Año 2008, su segundo Título, éste la Copa con las chicas de la Eliana.

Y tras ese periplo vital, ese largo viaje emulando a Ulises y sus nautas, regresó, esta vez de la mano de Rafa Tarín, el padre de Juan, para dirigir al Juvenil A, el equipo maltratado y vejado, el malquerido por unos pocos, que tras relamer sus heridas se pertrecharon, cerraron filas y con una rodilla en tierra se juramentaron para volver a ser lo que siempre habían sido: LOS TEMPLARIOS DEL CABANYAL.

Juan Sala, el nuevo Bernardo de Claraval, inoculó en sus soldados el veneno del éxito y les enseñó el camino a seguir, el sueño al que perseguir. “Mis enemigos me han enseñado mil caminos que elegir, y yo he escogido aquel que ellos no quisieron seguir” (Diego de Vicente).

14 jornadas seguidas ganando, todos los jugadores de campo, exceptuando a los porteros, marcaron al menos un gol, amplias goleadas y siempre desde el respeto al rival. Ni un gesto de burla hacia ellos, ni de menosprecio, muy al contrario, animándolos a la conclusión del choque; un comportamiento exquisito que traspasó la propia clasificación y que habla muy bien de todo ese grupo humano, de ese Estado Mayor que gestiona no solo el plano deportivo sino también el emocional y por ende el gestual. Todo suma.

Ha sido el triunfo del grupo, del colectivo frente al individual. Rumbo, Serranos, los ‘Humanistas’ del Don Bosco, autentico juez y parte de la competición pues no en vano fue el único equipo que logró vencer los dos partidos al Rumbo, a la postre Tercero en la Liga. Equipos todos ellos que dieron lustre y brillo a una competición que a esas juveniles edades tienen mucho de onírico, de litúrgico, incluso de novelesco.

Me quedo con un poco de todo; me quedo con el fervor y el nerviosismo de Rafa Tarín, el ‘presi’ que tras 34 años en la entidad lo sigue viviendo todo con una pasión que para sí quisieran muchos jóvenes. Me quedo con la dedicación que le pone Adrián, el alter ego del ‘Cuper del Cabanyal’; por cierto, este Cuper no es de Chavas es de Valencia pero vale igual o más que el otro. Me quedo con los cuidados que reparte Irene, la ‘fisio’, me quedo con alguna pierna izquierda que golpea el balón con una dulzura que roza lo poético, con los cortes precisos y milimétricos de un central que realiza unos desplazamientos largos de balón dignos de elogio; me quedo con las carreras desbocadas y desenfrenadas del ‘galgo del Cabanyal’, un pura sangre con aires y aromas cafeteros. Me quedo con las estiradas del ‘Greenman’ del arco, ese arquero felino, plástico y elástico. Me quedo con ese trabajo impagable de los hermanos Antequera, Rafa y Javi, los encargados, de forma desinteresa y altruista, de todo el apartado audiovisual. Dos personas rebosantes de bonhomía que merecen mucho la pena.

Entre pinturas y ‘acuarelas’, entre bocetos y dibujos plenos de luz y color, la vida en el Cabanyal discurre tranquila y sosegada. Sus casas bajas, sus bares entrañables, su Semana Santa Marinera, su decimonónica calle de la Reina, tan señera, tal real y noble. La vida trasiega de acá para allá dejando volar al viento, libre e ingobernable, la cometa de las emociones. El juvenil del Marítimo ‘A’ ha hecho feliz a sus gentes, ‘Los Templarios del ‘Cabanyal’ volvieron de las Cruzadas tras duras batallas contra los infieles para quedarse. Bienvenidos a casa, muchachos. Bienvenidos y enhorabuena.