Disonancia cognitiva y el problema catalán
24 octubre, 2019

Disonancia cognitiva y el problema catalán

Por redacción puntocomunica
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Disonancia cognitiva y el problema catalánValencia, 24/10/2019, Mario Beltrán Pilato
Estamos tan enloquecidos con lo que está ocurriendo en Catalunya (Cataluña) que no nos centramos en el epicentro de esa realidad. Y de realidad y de irrealidad hablamos. Yo ya no sé de quién es la culpa directa de lo que está ocurriendo; si de los que mandaron antes en este país y actuaron como actuaron o de los que mandan hoy y actúan como actúan por motivos de interés político y de fórmula necesaria para mantener su poder con evidentes concesiones a cambio de sus votos.

De lo que si me doy cuenta es que esto no es normal y, sobre todo, que no es bueno para el conjunto de los ciudadanos que sólo tienen la oportunidad de votar a unos señores y señoras que cada día nos defraudan más y contribuyen a denostar el legado de la transición.

Y en este dislate hay para todos. Para quienes han utilizado décadas para rescribir la historia a su beneficio y para quienes lo han permitido pensando que era la mejor fórmula para mantenerlos tranquilos. Menudo error.

El caso es que ahora el conflicto con Catalunya ha rebasado la dialéctica social y política y ha entrado en la filosófica y psicológica. Ya se está hablando de la disonancia cognitiva: aceptar la mentira como si fuera la verdad.

Me explico. La disonancia cognitiva se basa en justificar la propia creencia, denostando la creencia del otro. A eso se le está ya “acusando” a los líderes independentistas con la gravedad de la influencia de sus actuaciones en la sociedad; les han hecho creer que era posible porque sí.

Pero si miramos enfrente, el panorama tampoco se ve despejado: las elecciones, el miedo al rechazo, los pactos políticos y la presión de la oposición configuran o, mejor dicho, suponen problemas añadidos para una solución racional.

Yo me quedo con lo que he pensado siempre: no se puede poner al frente de la defensa de los intereses comunes a personas que no dan la talla, que no dudan en mentir o utilizar las herramientas de todos para su propio beneficio. Eso lo hacen en política porque saben que el riesgo es mínimo. Me gustaría verlos en otras situaciones.

Y para concluir repito una máxima que significa mucho para mí y que en el siglo XIX acuñó el anarquista irlandés Burke: “El mal solo triunfa si los hombres buenos no hacen nada”.

Y ahora, se está haciendo muy poco.

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