Pedrito
21 marzo, 2021

El hacedor de sueños (Recordando a ‘Pedrito’)

Por redacción puntocomunica
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Pedrito

Antaño fue un barrio eminentemente rural, un barrio de casas bajas ubicadas y cubicadas en parcelas y naves industriales, antaño mil recovecos y laberínticos pasajes la adornaban dándole un aire mezcla de encanto y misterio. La imaginación de muchos hizo otear lo que la vista no visualizaba. Entre sus callejuelas podía verse a una hermosa y sugerente mujer, desnuda toda ella, a lomos de un brioso corcel negro; también se vislumbraba, en noches de plenilunio, a un unicornio atravesando el cielo zaragozano mientras de fondo se oía con nitidez las jotas inigualables e inimitables del ‘Pastor de Andorra’, José Iranzo Bielsa; sí, el de la Pascuala, sí, el de ‘Réquiem por un campesino español’, sí, el de ‘La palomica’. Ese barrio es Miralbueno, el popular y populoso, cerca de 12.000 habitantes en la actualidad, barrio del sueño y la esperanza, el de los amaneceres a corazón abierto y el de los atardeceres a pleno pulmón.

‘Fluvi’ y la Expo del 2008 lo terminaron de mostrar al mundo entre carreteras y arterias que bifurcaron su primigenia esencia, la esencia del vivir a otro ritmo y a otro paso. Y allí, entre la épica y la replica, vivió mi amigo ‘Pedrito’. Resoplo, cojo aire, intento no salirme del guión, cosa harto difícil. Son muchos los recuerdos, las anécdotas que brotan de manera espontánea, salen por inercia, sin control, sin medida.

Pedrito’ murió el 20 de noviembre del año pasado y yo me enteré de manera casual hace unos días. Me ha dolido, y me duele su muerte pero también me ha dejado tocado enterarme mal y tarde. La vida que nos une y nos separa ha tenido la culpa de haberme quedado excluido de sus últimos días. No hay culpables, ni tan siquiera reproches. La vida que ata y desata, que atrae y repele , que enseña y esconde, que da y que quita. El exilio tiene estas cosas. La vida, nada mas que la vida.

Y fue la vida quien nos lo trajo diferente, y lo trajo diferente porque vino envuelto en un papel de regalo inusual y desconocido hasta ese momento. Aquel niño menudo, de ojos vivos e inquirientes: ora huidizo ora cercano, el niño perpetuo, el Peter Pan de nuestros sueños y más fervientes anhelos jamás creció y eso que fumaba y todo. ¡Por Dios que grande era! Y cuánta bondad y ternura rezumaba el ‘bonico’. ‘Pedrito’ era el cronista de su barrio, el hacedor de sueños, una razón de peso para seguir creyendo en el ser humano, para hacer las paces con nuestros demonios internos, con nuestras cobardías, con nuestros ancestrales miedos. De pie, ejerciente y efervescente. Así era él. ‘Pedrito’ era ‘criaturita’, era la persona del café a medias, de las llamadas junto al futbolín de ‘La Sofi’, de los horarios espartanos, del ternasco bien hecho, de aquella inolvidable y recordada noche entre los efluvios de una buena sangría y cogiendo fuelle para cuchichear lo más grande. Ellos la miran, yo la toco.

PedritoA ‘Pedrito’ la vida no le pudo quitar lo que nunca le dio. Fue él y sólo él. cuan titán aragonés, quien la retó y la venció. Y lo hizo desde su eterna y transparente sonrisa, desde su peculiar manera de rascarse la cabeza cuando algo no le cuadraba o simplemente le descolocaba. ‘Pedrito’ se comió la vida con la saciedad y la voracidad con que degustaba y deglutaba los alimentos.

A los cuatro elementos conocidos de la Naturaleza algunos añaden un quinto: La quintaesencia o éter; él los aglutinaba todos. Fue agua, sobre todo en Benidorm junto a su “somino” Aarón, el amigo inseparable de Nemo; fue fuego, jugó incluso con él hasta casi quemar unos cortinas, ¡ay mi piromano infantil!, conquistó el aire en forma de espíritu libre, pisó y conquistó la tierra como quien conquista la luna y fue sobre todo y por encima de todo éter, pues del éter se decía que llenaba todo el espacio y constituía el medio transmisor de todas las manifestaciones de la energía.

Pedrito’ era mi amigo, era el apaciguador de mis volcánicas sensaciones, el de las breves pero jugosas conversaciones telefónicas, el escapista, ahora estoy, ahora me fui y a casita a merendar que son las cinco. Y de camino un llavero que me encuentro y al ‘bolsillico’ que echo. ¿ A quién llamaré cuándo desee oír a la bondad hablar? ¿A quién buscaré con desasosiego para domesticar mis fieras internas que aún me retan con mirada desafiante?. Ocurre de año en año pero ocurre. A mi hermano Nicolás lo devoraron sin piedad. Malditas alimañas, mil veces malditas.

Escribo, paro, retomo, vuelvo a parar, recuerdo, sonrío, me duele, sí, sí, “duele bebé”. Miralbueno ya no será el mismo. No. Sus lugares emblemáticos han perdido color y calor. La parroquia de San Lamberto, la Casa de la Juventud, el pabellón, la Plaza de la Rosa, el Centro Cívico,… Miralbueno está triste, ha perdido a su Peter Pan, a su fiestero mayor, a su alma buena, al caminante que hacia camino al andar. La Plaza de las Peñetas que no de las puñetas se encogió y presa de rabia y dolor masculló para sí toda su ‘puta’ mala suerte. Las coches ya no huelen a sexo por allá arriba, y si lo hacen a mi no me llega ese hedor mezcla de libido y deseo, donde las feromonas, desatadillas ellas, campan a sus anchas.

Ramiro, ‘la Mari’ de Chambao, Motila, ‘Lalalé’, ‘Zaya’, Maribel, “¡ay ‘chocho’ creo que es el hombre de mi vida!”, ‘La Moni’, Manola,…Puerto Venecia, Camino del Pilón, ‘el Canas’, ‘la Nines’, ‘Leti’, Raquel,…Y la vida que sigue, el Ebro trasiega entre historias de amores que pudieron ser y no fueron, quedó la esencia, la más añorada de las ausencias, quedó el brindis al sol, los días de playa, Plaza Picasso, las historias picantes, y el pasar inexorable del tiempo, ese que nos terminará convirtiendo en polvo, en historia, en recuerdo.

Hasta siempre ‘Pedrito’; y sí ya sé que a veces te “daba gua”, que cuando algo no te interesaba cambiabas de tercio y a otra cosa mariposa. ‘Supecó’ no quedaba tan lejos.

De Delicias a La Misericordia con parada en Miralbueno, allí donde un titán aragonés con la camisetita de su ‘Atleti’ y a lomos de un milenario dragón devoró todo lo que a su paso se puso. Grande. Eterno. Inolvidable. Para siempre. Mi amigo de mis recuerdos infantiles y pueriles. ‘Pedrito’ era piel, era éter, era vida, era el Moncayo, era ‘Pilares’, era la parte buena de nuestra alma humana y mundana. De mi hacia ti y para ti, gracias.

Diego De Vicente Fuente

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