23 abril, 2013

Huracán, el corazón de Buenos Aires

Por redacción puntocomunica
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Huracán, el corazón de Buenos AiresMislata (Valencia), 23/04/2013, Diego de Vicente
Los ‘quemeros’ idolatran aún hoy, transcurrida una eternidad, al inolvidable ‘Ringo’ Bonavena, el hombre bonachón y fanfarrón que se hizo grande desde su humildad a base de golpes y puñetazos dentro y fuera de un cuadrilátero. Una estatua, de tres metros y medio, lo recuerda frente a la sede de Huracán. La copla que habla de ese amor imperecedero recorre Parque Patricios y todas las plateas del estadio del ‘Globito’, el Tomás Adolfo Ducó, el popularmente conocido como ‘El Palacio’. La liturgia argentina es diferente a la del resto.

Pero Huracán y por extensión Parque Patricios es mucho más que una copla dedicada a un ‘quemero’ egregio y de a pie. Huracán y Parque Patricios desprenden olores que te sumergen en la poesía, en el tango y en el olor a glicinas de los patios del barrio Sur. Parque Patricios te adentra en los amores de juventud y también en los amores velados de la madurez cautiva y a la vez furtiva. Los quejidos lastimeros y abisales que surgen de dentro de ti los transforma el tango en puro deleite para tus oídos y por extensión para tus sentidos. Carlos Gardel iba a Parque Patricios a ensayar, allí encontró el mejor de los acomodos para darse y ofrecerse al mundo en ese ritual sin parangón que representó su cante. Y por ese lugar también se pudo ver a Enrique Santos Discépolo, aquel que afirmó que el tango “es un pensamiento triste que se baila”. ¿Bailas conmigo, tristeza?

Y ocurrió que en paralelo a todo ello surgió de manera espontánea y afín al momento que le tocó vivir otra gran expresión estética que aún hoy, transcurrido el tiempo, se recuerda con sublime agrado. 40 años han pasado desde entonces, 40 años de andar y desandar, de subidas y bajadas, de idas y venidas, 40 años de amortajar a algunos y ‘empañalar’ a otros. Dos vidas en una; y entre medias el Metropolitano del 73. Aquel Campeonato, aquel título lo ha representado todo para ‘el Globito’ y sus incorregibles e incondicionales ‘quemeros’. Huracán, considerado en una encuesta del 2009 hecha por el Diario ‘Olé’, el sexto grande se entregó al éxtasis en aquel Campeonato que representó su puesta de largo en la alta sociedad futbolística argentina. Del 2 de marzo al 30 de septiembre de 1973 los jugadores dirigidos por un neófito, por entonces, César Luis Menotti se coronaron campeones por quinta vez en su historia, y por primera, y única, vez en el profesionalismo.

Aquel equipo, construido, forjado dos años antes, con la llegada del ‘Flaco’, dejó su impronta por todas las canchas por las que pasó. La estética y el buen trato del balón por encima incluso del resultado. Poema con versos edulcorados que todo el mundo recitó entre abducidos y extasiados. Un once donde diez eran argentinos y uno uruguayo; el lateral derecho, ‘El Buche’ Chabay. Un once de leyenda que permanece en la memoria colectiva, en el imaginero popular y lo hace inalterable al devenir del tiempo. Aquel equipo, ese que salió Campeón en el 73, lo componían un elenco de jugadores que dieron loas y lustre al Club Atlético Huracán, el Huracán de Parque Patricios, el Huracán de Bonavena.

En la portería estaba Héctor Roganti, el ‘Pichín’ fue el portero menos goleado de aquel Metropolitano. La defensa la conformaban los centrales Buglione y Alfredo Basile, el ‘Coco’ Basile, también conocido como el ‘Manija’. En los laterales el ‘Lobo’ Carrascosa y el charrúa Chabay. Por delante de ellos el ‘Fatiga’ Russo, y a sus costados dos finos y elegantes centrocampistas, dos jugadores que dotaron al ‘Globito’ de llegada y goles. Por la derecha Miguel Ángel Brindisi y por la izquierda el ‘Inglés’ o el ‘Gringo’, daba igual, Carlos Babington. El primero alargó su magia y su duende en el tiempo y ayudó también a crecer a la UD Las Palmas y a Boca Juniors; el segundo llegó a terminar siendo Presidente de la entidad bonaerense. El enlace era un antiguo exiliado en el CSD Comunicaciones de Guatemala, él era Omar Mateo Larrosa, el mismo que terminó proclamándose Campeón del Mundo en el Monumental de Núñez en el 78. En punta de lanza sobrevivió con honores militares Roque Avallay, y haciendo pareja junto a él uno de los más grandes jugadores que ha dado Argentina: René Orlando Houseman, el jugador de banda nacido en La Banda, provincia de Santiago del Estero. El ‘Loco’ o el ‘Hueso’ es para muchos entendidos el mejor extremo derecho que ha dado el fútbol argentino. Jugador dotado de una calidad imperecedera e impagable y de una velocidad endiablada. Compañeros y rivales nunca osaron discutirle su mecenazgo dentro de una cancha de juego. El ‘Poeta de la banda’, ‘el colifato’ (loco) forma junto a Herminioel MorteroMasantonio, Guillermoel FiltradorStábile y Antonio ‘el Turco’ Mohamed la presidencia vitalicia del santoral ‘quemero’; con permiso, ¡claro está!, de Oscar Natalio ‘Ringo’ Bonavena, el Rey de reyes, el elegido, el ungido.

Cae la tarde en la frondosidad de Parque Patricios, ubicado entre la sede social de Club y el ‘Palacio’. Allí se dan cita los incorregibles amantes de ayer, hoy y mañana. Allí se encuentran la francesita Exso, delicada y femenina ella, y Anaximandro, un porteño de la calle el Refrán. Y allí, entre quejidos y amarguras de tangos viejos y de algún ‘quilombo’ nuevo, se deleitan clamando aquello que tan profunda y sentidamente sale de sus gargantas y por extensión de sus corazones: “¡Somos del barrio, del barrio de la Quema, somos los hinchas de ‘Ringo’ Bonavena!”; el boxeador, el hombre que cayó de pie, el etéreo, el huracanado ‘quemero’ de Parque Patricios y sus aledaños. El otro ‘Ciclón’ de Boedo.

Y de fondo, y al fondo los focos inextinguibles del Luna Park prenden desde las alturas y rememoran tiempos pretéritos. Allí un país entero lloró y veló a Carlos Gardel, a Bonavena, a Julio Sosa y su ‘Cambalache’,… Allí cantó, atrajo y sedujo Sinatra; y entre su lona y las cuatro cuerdas se conocieron Perón y Eva. Argentina es esto y aún mucho más.

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