Los criterios ESG y el cambio climático
El cambio climático no es una amenaza, es un hecho, y estos criterios son clave para que las empresas puedan frenarlo a la vez que elevan su competitividad
Venimos de pasar uno de los veranos más calurosos de la historia. No solo en España, otros países tanto europeos como de diferentes partes del mundo han visto cómo estos últimos meses el mercurio subía a niveles nunca antes vistos.
Un claro síntoma de uno de los grandes problemas que está afrontando el mundo: el cambio climático. Las emisiones, los productos consumidos, los procesos en general de grandes y pequeñas empresas. Todo está contribuyendo a dañar el planeta y la cuenta atrás ya ha comenzado.
De hecho, la ONU ya lo ha advertido. Cuando se lleve a cabo la próxima evaluación sobre el cambio climático en 2029, ya no habrá vuelta atrás. Los especialistas e investigadores instan a tomar medidas a todos los niveles cuanto antes, y eso es lo que, entre otras razones, ha llevado a acelerar el impulso de los criterios ESG.
Estos, que responden a las siglas de Environmental, Social y Governance, recopilan una serie de factores que atañen a todas las empresas y a todo lo que las rodea. Son algo que no solo afecta a nivel ambiental, también a nivel de competitividad. Y es que, entre otras razones, es un factor que los inversores cada vez tienen más en cuenta a la hora de apostar por un negocio.
El mundo necesita que estos criterios se cumplan, las empresas lo necesitan para evolucionar. Todo se da la mano en este círculo que tiene en el centro al planeta y a nuestro futuro.
¿Cómo se aplican los criterios ESG en las empresas?
Lo cierto es que existen muchas formas distintas de aplicar los criterios ESG en una empresa. No importa el tamaño que esta tenga o el sector al que pertenezca, siempre existen formas de proceder.
Un buen ejemplo de esto son las iniciativas que facilita la firma española Laragon. Ofrecen un software especializado para medir los indicadores ASG con precisión, herramientas para la gestión de los procesos medioambientales, soluciones para el cálculo de emisiones e incluso programas que detectan oportunidades estratégicas para los negocios a través de la implantación de medidas ambientales.
Porque adoptar estos criterios no tiene por qué ser dar un paso atrás en el crecimiento del negocio, de hecho puede ser todo lo contrario. Además de reducir el impacto ambiental, de cuidar más al entorno y al consumidor, e incluso de instaurar una nueva filosofía dentro de la empresa, se pueden economizar los gastos, optimizar los recursos y los procesos.
En definitiva, se puede conseguir que una empresa sea mucho más amigable con el medio ambiente, que deja una huella más positiva en la sociedad y que sea mucho más transparente a nivel público y de conducta. Y todo esto, a la vez, puede hacer que se crezca mucho más rápido.
A fin de cuentas, cumplir los criterios ESG arroja una imagen positiva al mundo. Muestra implicación y compromiso, como también afán por innovar y buscar nuevos caminos. A veces, basta con usar solo un conjunto de herramientas digitales que ayuden a cambiar métodos y procesos. Con un pequeño esfuerzo, se obtiene un nuevo rumbo que da fuerza al negocio pero que, sobre todo, da fuerza al planeta.
